La figura del Emperador dice mucho sobre las cualidades esenciales de esta carta. Vemos una severa y dominante figura sentada en un trono de losa de piedra. Su espalda es recta, y sus ojos se encuentran con los nuestros directamente. Confía en su completa autoridad para gobernar.
El Emperador representa la estructura, el orden y la regulación: obliga a equilibrar la abundancia de la Emperatriz. Aboga por un mundo de cuatro cuadrados donde los trenes llegan a tiempo, los juegos se rigen por reglas y los oficiales al mando son respetados. En situaciones caóticas, el Emperador puede indicar la necesidad de organización. Los extremos sueltos deben estar atados, y los elementos caprichosos deben ser aprovechados. En situaciones que ya están demasiado controladas, sugiere el efecto limitador de esas restricciones.