El Ermitaño nos muestra que los momentos de soledad no han de constituir, forzosamente, una experiencia amarga: la soledad nos brinda la oportunidad de analizarnos en profundidad a nosotros mismos y examinar nuestra vida, nuestros sentimientos y emociones. Gran parte de la poesía, la literatura y la música más bella de este mundo fue creada bajo estos estados emocionales. Todo lo que es grande brota de la penumbra de estas emociones.
Llega un punto en la vida en el cuál comenzamos a cuestionar lo obvio. Sentimos que hay una realidad más profunda y comenzamos a buscarla. Esta es una búsqueda solitaria ya que las respuestas no se hallan en el mundo externo, sino en nosotros mismos.